Welcome to Gaia! ::

El escenario es comun y recurrente.

El motor de la maquina despedia truenos mientras cruzaba la ajetreada ciudad, y los autos se alejaban del coloso acerado en su estrepito escandaloso. El bus hacia carreras con otros de su especie, clamando los pasajeros rapidamente, rugiendo rasante por Avenida Providencia.

Dentro del autobus, cuarenta hombres completamente desconocidos y yo, inmersos en el calor humano despedido por la masa de tripulantes. Es una tarde de oto~o?pero el clima al interior del bus es el de una perpetuo mediodia de verano. Todos los acalorados viajeros absortos en sus vidas, con rostros perdidos y miradas furtivas, observan aterrados al joven que los mira - no sea que me mire, no sea que me robe - .

Diviso un asiento al final del autobus - habian varios, pero ese me llamaba, ninguno mas, y una vez sentado, me deje inundar por mi propia vida, como cualquier otro de aquellos cuarenta viajeros. Introvertido, aletargado.
Como ya dije, un escenario comun.

Al lado mio, un hombre de sesenta mira el diario. Y me llama la atencion, es de aquellos hombres que se niegan al retiro. Profundos surcos atraviezan su rostro, su cabellera es completamente blanca, sin embargo su atuendo y su postura es de un hombre fuerte -- quizas no tan fuerte, quizas temeroso de ser debil --.

Lee el diario, y el diario escupe acido flamante sobre otras personas, otras personalidades de Chile. Veo como este hombre consume ese acido con los ojos, al mismo tiempo que no dejo de observar los surcos de su piel. Tiene la rabia dibujada en su rostro.
-- Es amargado -- me respondo--, demasiado serio para si mismo. Quizas tiene una familia a la que dirigir. Quizas es el padre dominante.--
Y leo, me alimento de un poco de esa bilis.

Y en un momento, hay algo anormal. En la ventana. Mas alla de la ventana, en los rayos de la tarde, fuera del verano perpetuo del autobus una figura cruzaba -- no, volaba -- junto a nosotros. Era alguien, de mi misma edad, volando en una mountain bike. Su ropa calipso lo hacia verse como un rayo, cruzando rapidamente junto a nosotros.

Iba sujeto a nuestro bus. Volando, surcando el cielo desde tierra, violando la ley con correr desafiante de rayo, fulminando el tedio con su intrepida arrogancia. Lo vi, y el me vio (o al menos eso creo, al menos me gustaria pensarlo asi).

Me sorprendi. Pensaba en las miles de veces que habria caido en bicicleta (y las lesiones que me habia causado) por ir a la mitad de la velocidad del ciclista anonimo. Me movi para tratar de ver sobre el hombre del diario, y el tambien lo noto. Nos fuimos impresionados -- se que se impresiono, lo se muy bien -- durante cinco manzanas enteras.
Temimos juntos cuando el autobus se acercaba peligrosamente a la calzada, cuando pasaban autos cerca, pero el rayo calipso parecia evadirlos sin problema. Fue emocionante... muy emocionante.

Y en un segundo, el milagro desaparecio.
Y todo volvio a la normalidad.
Y el hombre me miro, con su misma cara surcada y me hablo.

-- Por dios, que inconsciente--

"Que inconsciente"?
No le respondi.

Pronto el viaje termino, me baje del autobus, y siguio consumiendo bilis... lo vi por la ventana leer. Y lo vi despedirse con un leve ascentir de cabeza, frio. Toda la tristeza y amargura que lei en el eran ciertas: hubo un momento magico, que el descarto como inconsciencia y locura.

Que diablos paso alli?. Se que se admiro como yo (o quisas mas) del milagro, pero al terminar, lo ignoro, y hasta trato de hacerme complice de su negacion al fantastico minuto que hubo alli.
Donde se fue la admiracion por lo sorprendente?.
Donde se fue su sorpresa, su encanto, su maravillarse?

Donde se fue?...
Donde se fue...


(Dosmilecimo Post de Locke)

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