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El testimonio, modelo para re armar la subjetividad: el caso de tejas Verdes.
nValdes insiste en su propio codigo de lectura, recalcando la
nfuncion testimonial, y se permite disentir explicitamente de la lectura
nque algunos han hecho de su libro:
n
nnn"El golpe ha deshecho toda clase de relaciones, y los residuos
nflotantes de esta catastrofe nos hemos encontrado para construir otras,
ninsolitas, precarias" (Valdes 1978, 12). El personaje ya percibia
nque el terror avanzaba, destruyendo lazos y devaluando la vida antes de
nsu caida: los ciudadanos se ven reducidos a su papel de individuos al
nhaberse cercenado su vida publica. El "campo" no opera en el
nvacio, es un complemento de un rediseno de la sociedad, que por la
nfuerza debe pasar de una cultura donde se privilegia lo colectivo a la
ncontraria.
n
nnn--. 1992. Testimonio y concientizacion. Revista de Critica
nLiteraria Latino-americana 36: 207-228.
n
nnnNotas
n
nn
n El dolor en la espalda se revela en ciertos instantes, es como
n si ahora, recien, comenzara a recibir las patadas, una por
n una, en forma metodica, con una cronologia precisa. Siento
n pena de mi cuerpo. Este cuerpo va a ser torturado, es idiota.
n Y sin embargo es asi, no existe ningun recurso racional para
n evitarlo. Entiendo la necesidad de este capuchon: no sere una
n persona, no tendre expresiones. Sere solo un cuerpo, un bulto,
n se entenderan solo con el. (Valdes 1978, 161)
nnEl autor valora la reflexion como atributo que define nuestra
nhumanidad y el conocimiento mediante el dolor. De este modo Tejas Verdes
nse vuelve un alegato en defensa de la razon que a pesar de todo sigue
narrojada a una busqueda de sentido en este mundo absurdo. La angustia
nexistencial y el esfuerzo por seguir indagando por el significado
naparece como una constante y se perfila desde antes de su secuestro,
ncuando nota signos de desintegracion en su vida, carente ya de proyectos
ny de posibilidades:
n
nnnDe estas narraciones surge una voz singular y multiple, un coro de
nvoces que no deja de repetir la misma historia desde distintas
nperspectivas. Se intenta asi no solo rescatar, sino mas bien asimilar,
ndigerir y crear el conocimiento de una experiencia traumatica que no
npuede cerrarse, porque las formas habituales de cierre--entierros,
nduelos--no son asequibles cuando a la gente se la hace desaparecer,
ncuando se roba la muerte de modo tal que los vivos quedan rodeados de
nfantasmas. Los que dan testimonio (y dentro de este termino incluyo a
nlos que le dan forma novelesca a sus relatos) inician una practica que
nlibera la memoria traumatica de su carcel a fuerza de pronunciarse.
n
nnn--. 2000. El horror forma parte de lo que somos. En Redes de la
nmemoria. Escritoras exdetenidas/testimonio y ficcion, editado por Jorge
nBoccanera, 105-116. Buenos Aires: desde la gente.
n
nnEn suma: el personaje de la aventura no es excepcional, sino un
nhombre comun que encarna un destino plural y se empena en difundirlo. Se
nrelatan los acontecimientos de manera episodica; se narra en primera
npersona, desde el punto de vista del autor-narrador (en general), de
nmodo que el testigo es una presencia permanente a lo largo de la
nhistoria. El tiempo es lineal: el diario marca una cronologia con una
nradical dicotomia entre el antes y el despues. Mientras en su existencia
nanterior el tiempo transcurria, en el "campo" "mi
nconciencia no admite otra nocion que la de este estar-aqui-esperando.
nPura vigilancia de presente" (Valdes 1978, 90).
n
nnnEste proceso genera determinada forma de construir la subjetividad:
nse evoca una polifonia de voces ausentes que corren el riesgo de
ndesaparecer, de callarse para siempre si no se les otorga el espacio de
nla pagina. Si bien la autoria mas visible, la que aparece en la tapa de
nlos libros testimoniales, sigue perteneciendole a escritores, o a
nreporteros, o a testigos, el relato se hace en nombre de los miles que
nle dan dimension social a esa experiencia. Aunque en los casos de
ntestimonios escritos por los testigos este problema no se presente, toda
nobra testimonial es un trabajo colectivo y es significativa la forma en
nque cada una negocia esta nueva forma de escribir, que presupone el
nocaso del autor estrella. (1)
n
nnnBeverley, John. 2004. Testimonio: On the politics of truth.
nMinneapolis: U of Minnesota P.
n
nnnPartnoy, Alicia. 1986. The little school: Tales of disappearance
nand survival in Argentina. San Francisco: Cleis Press.
n
nnEl poder se ejerce en la tortura y en el desprecio por la mujer y
npor el hombre que no es "macho":
n
nnnObras consultadas
n
nnnSe reitera en estas paginas la conocida dialectica del amo y el
nesclavo en su primera fase: el amo impone sus reglas y el esclavo solo
npuede aceptar su condicion y obedecer. La segunda etapa, tal como la
npresenta Hegel en la Fenomenologia del espiritu, es la toma de
nconciencia del esclavo a traves del trabajo que realiza para el otro, y
nsu victoria final en la lucha mutua por el reconocimiento. El esclavo se
nhumaniza a traves del trabajo y se vuelve independiente--como los
nobjetos que produce, mientras que el amo se estanca en la dependencia
ndel otro, su unico proveedor. En este caso el 'esclavo' es un
nintelectual que se libera a traves de su intelecto y su escritura. De
neste modo, Valdes no muestra una situacion sin salida sino mas bien una
nlucha de dos polos. En el proceso de su confrontacion se desarrolla la
nautoconciencia del mas debil y su posibilidad de sobrevivir como ser
nhumano. Ese aprendizaje se revela en las constantes referencias criticas
na su mundo anterior con una mirada lucida y comprometida.
n
nnnEl hombre, que surge como personaje en el escenario de la historia
ny cuyo ideal inicial, el de la Ilustracion, era el ser autonomo y capaz
nde construir una sociedad racional, ha muerto. Siguiendo a Foucault, el
nsaber es poder y toda verdad establecida asegura su ejercicio. En el
nprologo a El discurso del poder, Oscar Teran explica:
n
nnnLos momentos argumentales basicos son la descripcion de la vida
ncotidiana y la disolucion que se experimenta en la etapa previa al
nsecuestro; el analisis de la relacion amorosa del protagonista en
nterminos de falta de comunicacion y carencia de sentido; el paralelo
nentre esa disolucion de las relaciones humanas y la catastrofe que el
ngolpe de Estado genera a nivel socio-politico; la sensacion de fracaso
nindividual y colectivo y el corte abrupto de esta serie a partir de la
nirrupcion de un grupo de extranos al ambito privado del hogar.
n
nnnCabe preguntarse, sin embargo: hcomo es que una persona que pierde
nsu condicion de ser civil pierde su condicion de ser humanoh hAcaso no
nhablamos, desde la Revolucion francesa, de los derechos del hombre y del
nciudadanoh Hanna Arendt ya se habia planteado el interrogante: hde que
nforma tienen que considerarse aquellos que no son ciudadanos de un paish
nhLos derechos del hombre no se le aplican cuando no se es un ciudadanoh
n(Arendt 1981). El testimonio Tejas Verdes de Hernan Valdes, como tantos
notros relatos de victimas de la represion, demuestra que en ese limbo
ndel "campo" donde se acaban los derechos de la ciudadania
ntambien se acaban los derechos del hombre.
n
nnnZuffi , Griselda. 2005. Lecturas criticas de la investigacion
nliteraria sobre el testimonio. Ponencia en el Encuentro Regional de la
nAsociacion Brasilera de Literatura Comparada, Rio de Janeiro, Brasil.
n
nnnAbstract. This article underscores the need for testimony--the
nsaying of what should be said about traumatic experiences--particularly
nin countries such as Chile, Argentina, and Uruguay, faced with a legacy
nof terror. Testimony is presented as a way to reassemble subjectivity
nleft in shambles by the "death factory". Tejas Verdes (197 cool ,
nwritten by Chilean writer Hernan Valdes after suffering systematic
ntorture, is analyzed as one example of the effects of radical exclusion
nand degradation. In North America the debates on testimony have reached
nan impasse after more than a decade of intense theoretical discussion.
nIn the Southern Cone the interest on memory and testimony has developed,
nespecially after the year 2000. With the new agenda focusing on human
nrights, these governments are finally dealing not only with the legal
nprosecution of those responsible for crimes against humanity but also
nwith the symbolic and cultural aspects of this sinister past.
n
nnnWitker, Alejandro. 1975. Prision en Chile. Mexico: FCE.
n
nnEsa conciencia que se separa de un cuerpo que ya no le pertenece
nplantea el extremo de la enajenacion, producida por el avance del poder
nsobre un ser indefenso y fragmentado.
n
nnn--. 1983. El discurso del poder. Buenos Aires: Folios.
n
nn
n Muy tarde, llegan los soldados [...]
n
n -- hHay algun maricon aquih--pregunta uno.
n
n -- Aqui todos somos casados, mi soldado--dice Don Ramon,
n tomandolo a broma-. Yo tengo catorce nietos.
n
n -- hY ninguno te salio maricon, tatah
n
n Don Ramon se ofende y dice que el pueblo no produce
n maricones, que estos se encuentran entre los ricos. El soldado
n nos mira uno por uno, tratando de descubrir una evidencia
n feminoide. Instintivamente nos ponemos serios, conformamos
n expresiones duras. (Valdes 1978, 96)
nnnmas radical: se le quita hasta el nombre y se lo cataloga con un
nnumero, es decir, se le roba la definicion identitaria que todo
nciudadano tiene desde el momento del nacimiento (Agamben 2003, 23-36).
n
nn
n Todas las preguntas imbeciles podrian formar parte de un
n modus operandi que desconcierta al interrogado y lo hace
n descuidar la defensa de aquellos temas para los cuales se habia
n preparado. De hecho este es un buen sistema de humillacion,
n incertidumbre, desconcierto. Se trata, en realidad, de mellar
n todas las defensas. Estamos perdidos y dependemos solo de
n ellos. Solo a traves de ellos nuestros nombres, nuestras
n personalidades, pueden reencarnarse, y solo aceptando nuestra
n culpabilidad tenemos la esperanza de salir con vida. (Valdes
n 1978, 205)
nnnBeverley, John. 1990. Testimonial narrative. En Literature and
npolitics in the Central American revolutions, editado por John Beverley
ny Marc Zimmerman, 172-231. Austin: U of Texas P.
n
nnnLos personajes de Tejas Verdes representan distintos sectores de la
nsociedad chilena: el militar abocado a implementar reglas de saneamiento
ndel pais; el lumpenproletario que sobrevive de modo marginal hasta ser
nincorporado al ciclo de la violencia en calidad de victima; los
nintelectuales preocupados por desentranar el sentido de su experiencia
nen el contexto de las politicas gubernamentales; el comun de la gente
nque procura la evasion mediante el entretenimiento; el campesino aferrado al recuerdo de la tierra, y el guru o visionario que filosofa
nsobre el sentido ultimo de la violencia hasta que, tras repetidos
nabusos, cae en el resentimiento como todos los otros. Valdes describe a
nestos personajes en funcion de sus acciones, su interrelacion con los
ndemas y su lenguaje. Se intercalan dialogos o palabras que reflejan los
ncodigos culturales y linguisticos de cada uno de los estratos sociales y
nse intercalan comentarios que definen su pertenencia a determinado grupo
nsocial.
n
nnnObras citadas
n
nn
n [...] since by definition the cultural monuments and masterworks
n that have survived tend necessarily to perpetuate
n class, they cannot be properly assigned the relational place
n in a dialogical system without the restoration or artifi cial
n reconstruction of the voice to which they were initially opposed,
n a voice [...] reduced to silence, marginalized, its own
n utterance scattered to the winds, or reappropriated in the run
n by the hegemonic culture [...] Such reconstruction is of a
n piece with the reaffi rmation of the existence of marginalized
n or oppositional cultures in our own time, and the reaudition of
n the oppositional voices of black or ethnic cultures, women's
n and gay literature, naive or marginalized folk art, and the like.
n (Jameson 1981, 85-86)
nnnEste estar sujetos a un destino inefable constituye el nucleo de la
nexperiencia y del relato desde que se ingresa al espacio de los
ndesaparecidos hasta que se regresa al mundo familiar. Se trata de un
naparente "juego del destino" con hechos que suceden "de
nrepente" y "rapidamente" y que no dan lugar a la
nprediccion sino tan solo al habito. El punto culminante de este tiempo
nes el instante de la liberacion, que se da dentro del mismo esquema: el
nex-preso apenas se da cuenta que ya esta libre, y antes de percatarse se
nlarga a correr sin mirar para atras.
n
nnnEpple, Juan Armando. 1994. El arte de recordar. Santiago de Chile:
nMosquito.
n
nnnLa preocupacion del grupo de hombres, incluyendo al narrador, se
ncentra en la complicidad de las mujeres mas que en el abuso al que las
nsometen. Sin embargo su propia conducta no es diferente: en su
ninterrogatorio llega a mencionar a su pareja, Eva, poniendola en
npeligro. Por un lado muestra como el instinto de sobrevivencia supera
nciertos codigos morales, y por otro acusa a las mujeres que "se
ndejan ultrajar", criticandolas por no elegir la opcion del
nfusilamiento. Se desprecia a la mujer que no es capaz de alcanzar una
naltura moral de la que el hombre tambien adolece, se le exige mas de lo
nque el mismo es capaz de dar: la propia vida.
n
nnnEvangelista, Liria. 1998. El pasado es un pais extrano: hacia una
nre-escritura de los '70. Ponencia. Latin American Studies
nAssociation, Chicago.
n
nnnLa naturaleza politica del testimonio reconoce su parentesco con la
netica y la estetica. La exigencia etica lo lleva a recalcar la realidad
nde los hechos, pero esa necesidad le hace a menudo desmerecer el papel
nque juega la memoria, parienta de la busqueda y de la imaginacion. Lo
nsupuestamente objetivo es aquello que se dictamina acerca de un
nreferente que precede al discurso, que lo torna verificable. Pero el
nnarrador del testimonio no habla de nada que se pueda probar: el
nreferente se ha esfumado, ya que quienes cometen los crimenes borran las
npruebas sistematicamente. Esto hace que el testimonio mismo se vuelva
nprueba, de ahi el enfasis del narrador en que su relato es verdadero.
nVerdadero, no objetivo. Al caer en la trampa de la objetividad el
ntestimonio se traiciona, porque quien habla en nombre de una
ncolectividad no es objetivo. El testimonio no aporta datos sino relatos,
nrecuerdos fragmentados, muchas veces inexactos, afectados por el asombro
ny el espanto. Justamente de eso son testimonio, de la vivencia. La
npuesta en escena de un referente de acuerdo al paradigma cientifi co
nnada tiene que ver con la razon de ser del testimonio (Forster 2000,
n7 cool . Verdadero es el abuso, verdadera la persecucion, verdaderas la
naniquilacion y el sufrimiento. Una plataforma de resistencia como el
ntestimonio no deberia serle fiel a divisiones--historia/novela,
nreal/imaginario--deudoras de las propias practicas autoritarias que
npretende desafiar. Si el testimonio en el Cono Sur es la forma
ndiscursiva que asume la sobrevivencia tras la devastacion, le
ncorresponde confrontar aquellos presupuestos que limitan su poder. A
nnuestro entender, su poder radica en que es un modelo para entenderse
ncon las requisitorias del presente que, desde la perspectiva del
nhablante, ha perdido o extraviado sus bases de sustentacion. El objetivo
ncentral o primordial del testimonio no es explicar comprensivamente toda
nla trayectoria vital del autor y su tiempo, sino dar cuenta de la
nfractura o del cambio. El proposito narrativo del testimonio es
ndocumentar, asi, lo inedito (Epple 1994, 15).
n
nnnLa resistencia centroamericana plasmo su epica popular en textos
ncomo La montana es una inmensa estepa verde (1982), de Omar Cabezas,
nsobre la guerra de liberacion en Nicaragua; el testimonio Me llamo
nRigoberta Menchu y asi me nacio la conciencia (1994) hizo que el mundo por primera vez prestara una minima atencion al genocidio en Guatemala y
ntambien a la legendaria lucha de los indigenas por mantener su
nidentidad. Se difundio la tecnica de grabar historias orales y armarlas
npara el consumo del lector occidental. Se empezo a narrar, ademas de una
n'historia otra', una historia desde el Oro" (Achugar
n1992, 54).
n
nn Resumen. Este articulo subraya la necesidad del testimonio--decirnque que hay que decir sobre las experiencias traumaticas--,nparticularmente en paises que deben enfrentar el legado del terror, comonChile, Argentina y Uruguay. El testimonio es presentado como una manerande rearmar la subjetividad destruida por la "fabrica denmuerte". Tejas Verdes (197 cool , escrito por el chileno Hernan Valdesnluego de sufrir la tortura sistematica, es analizado como uno de losnejemplos de los efectos de la exclusion y degradacion radicales. EnnAmerica del Norte, los debates sobre el testimonio han llegado a unnimpasse luego de mas de una decada de intensa discusion teorica. En elnCono Sur, el interes por la memoria y el testimonio se han desarrolladonespecialmente desde el ano 2000. Con la nueva agenda centrada en losnderechos humanos, los gobiernos de estos paises se ocupan no solo denllevar ante la justicia a los responsables de los crimenes contra lanhumanidad, sino tambien de los aspectos simbolicos y culturales de sunsiniestro pasado.nnEl viaje del prisionero, que podria ser una travesia por lo
nindeterminado, se transforma en una investigacion minuciosa de su ser en
nrelacion a la historia que lo atraviesa. Centrarse en sus cambios
ninternos, a partir del encierro que la suerte le depara, conecta
nintrospeccion e historia, ya que su destino no es unico sino plural. Al
ninsistir en un cuestionamiento incesante incita al lector a comprender
nla maquina aniquiladora como un plan estructurado, con sus objetivos y
nsu metodologia, y en este sentido Valdes se anticipa a estudios
nposteriores sobre el tema.
n
nnnEl testimonio es, en este sentido, una escritura elaborada desde el
nanonimato, si por anonimato se entiende un nuevo sujeto descentrado, sin
nesa forma peculiar de propiedad privada que es el ego o la identidad
npersonal hQuien escucha lo asi narradoh Algunos lectores que valoran el
n"pequeno discurso" tan ansiado tras el colapso de los
n"grandes discursos" del pasado. Otros que buscan salirse del
nruidoso bombardeo de los medios de comunicacion, que al separar imagen
nde emocion convierten a sus consumidores en tabulas rasas del
nsentimiento. Por ultimo, algunos participes de la tragedia que sienten
nel impulso y la urgencia de tomar la palabra. Quienes se disponen a este
ntipo de lectura se predisponen a aceptar una version emotiva de la
nhistoria basada en la memoria, que es busqueda, no mera recuperacion
n(Evangelista 1998, 6). En este sentido cabe hacer un comentario, a raiz
ndel debate generado por David Stoll en relacion a la supuesta falsedad
nde la version de los hechos que Rigoberta Menchu diera en su testimonio.
n(2) hQue significa hablar de verdad en relacion al testimonioh No
naludimos, en este caso, a la verdad "cientifi ca", a la que se
nllega mediante la acumulacion de pruebas, ya que el testigo--ante
ntodo--no las tiene y ademas porque su version nace, reiteramos, de la
nexperiencia propia y de la busqueda de sentido que emprende el relato.
nSi bien es cierto que no podemos tener "garantias" en relacion
na la honestidad del narrador, cabe respetar el pacto de verdad que se
nestablece entre lector y testigo y avenirse a la verdad propia del
ntestimonio, que excede el marco de los criterios impuestos por la razon
ninstrumental. (3)
n
nnnHernan Valdes, secuestrado en 1974, es un escritor que habia
npublicado ya antes de su secuestro un libro de poesia, Apariciones y
ndesapariciones (1964), y las novelas Cuerpo creciente (1966) y Zoom
n(1971). Ademas, habia sido editor de Cuadernos de la Realidad Nacional,
nrevista del Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN), de la
nUniversidad Catolica de Santiago. Fue secuestrado durante la dictadura
ncomo tantos otros intelectuales que resultaban sospechosos a raiz de sus
nideas liberales. El tema de la alienacion con el que se abre Tejas
nVerdes es el mismo que el de su novela anterior, en la que los
nprotagonistas buscan aventuras, viajes o encuentros reveladores que
npuedan sacarlos de su absurdo personal. El pais es el que les impide una
nintegracion, ya que se presenta mas como paisaje que como patria, un
n"simulacro de civilizacion" que hace fracasar todo intento de
nproyecto futuro (Zoom 119). Esta falta de insercion social la percibe
ncomo "extraneza frente al propio cuerpo" (Dorfman 1986, 212).
nDe modo que el protagonista del "viaje iniciatico" por el
ncampo de concentracion Tejas Verdes es alguien que ya ha meditado
nprofundamente sobre la crisis que sufren Chile y sus habitantes, y
nquizas por eso siente, al ser liberado, la urgencia de dar una voz a
nexperiencias personales y al mismo tiempo colectivas recien vividas que
ncorrian el riesgo de petrifi carse bajo cifras mas o menos globales de
nvictimas, de asfixiarse bajo el peso de los adjetivos de la informacion
nperiodistica (Valdes 1978, 7).
n
nnLo exterior va ocupando el territorio de la interioridad hasta
nvencerla. Valdes va notando que no es el unico en este nuevo mundo, pero
ntodos participan del mismo miedo y no intentan comunicarse entre si.
n
nnValdes los juzga escuetamente, siempre manteniendo la distancia
nentre su mentalidad y la de ellos, aunque su propia vision de la mujer
nsea, a nuestro juicio, limitada:
n
nnnSoares, Lucas. 2005. Poetizar la filosofia: apuntes sobre la
nestetica de Wittgenstein. Pensamiento de los confines 16: 199-208.
n
nn
n Mi conducta durante el allanamiento me parece de pronto
n ridicula. Sin considerar las armas, los tipos no tenian el menor
n aspecto de policias, muchos de ellos estaban simplemente en
n camisa. hPor que no les exigi sus credenciales y una orden
n escrita, como ha sido advertido por la propia Junta Militar, a
n consecuencia de los asaltos y robos cometidos con el pretexto
n de estas pesquisash hY si me hubiera puesto firme, pese a la
n metralleta en la gargantah Seguramente todo eso habria sido
n inutil, dada la impunidad con que han sido violados recintos
n que se consideraban intocables. Aun asi, mi conducta me
n disgusta. Solo la fragilidad de la condicion de ciudadano en
n las circunstancias actuales y la debilidad de mi situacion emocional
n pueden explicar mi absoluto anonadamiento. (Valdes
n 1978, 2 cool
nn
n [...] no es un documento sino un diario reconstituido, escrito
n despues de los hechos como si se hubiera registrado en la misma
n simultaneidad, como si en ese momento hubiera tenido la
n oportunidad de anotar lo que sentia. Hay aqui, entonces, una
n situacion eminentemente ficticia, un punto de vista narrativo
n que se inventa en base a una experiencia real y con el objetivo de
n transmitirla con mayor efi cacia. [...] Hernan Valdes se restringe,
n para narrar, a la misma posicion aberrante desde la cual fue
n sufriendo dia a dia la muerte que amenazaba. Lo que le ocurrio
n a Valdes existio, en efecto, pero el modo en que lo cer cena, resume
n y comunica, ese modo mismo no pudo jamas haber existido.
n Hay aca un cruce entre lo fi cticio y lo real, entre la literatura y
n lo testimonial, entre el tratamiento elaborado de gran inventiva
n y el registro crudo y realista. (Dorfman 1986, 201)
nnnnnEl espacio cerrado del campo de concentracion coincide con este
ntiempo de espera, tiempo de inexplicable inactividad a la que las
nvictimas se ven sometidas en un ambiente despojado de toda cualidad
nexcepto la de ser lugar y techo. La vida se transforma en una repeticion
nde incongruencias que el grupo intenta desentranar incansablemente. La
nespera se ve interrumpida y amenazada por el interrogatorio, escena que
npende sobre el destino de todos como la culminacion absurda y temida del
nciclo de la prision.
n
nnnStoll, David. 1999. Rigoberta Menchu and the story of all poor
nGuatemalans. Boulder: Westview P.
n
nnnSu intencion no parece literaria debido a su insistencia en que no
nse trata de una novela. Sin embargo, la composicion del texto se basa en
nla ficcion de un diario escrito durante el cautiverio. Mediante este
nrecurso desarrolla un relato que supera el caracter repetitivo de otros
ntestimonios al hacer un recuento centrado en la descripcion minuciosa
ndel acaecer cotidiano. Ariel Dorfman hace hincapie en "esta
npresencia de una estrategia frente al material de la propia vida [que]
ndetermina toda la estructura de Tejas Verdes, desde la primera hasta la
nultima palabra" (Dorfman 1986, 200). Su objetivo es acercar al
nlector para que se situe "de inmediato en la experiencia de la
nvictima" con el fin de sublevarlo, de despertar su solidaridad. La
nurgencia de su tono se transforma en "un pequeno obstaculo para la
npuesta en marcha del olvido" (Dorfman 1986, 8-10).
n
nnnCasullo, Nicolas. 1997. Las herencias. Confines 2: 7-24.
n
nnCabe preguntarse entonces: hdonde se lleva a cabo la rememoracionhnY ademas, hquien la articulah El donde en muchos casos es el testimonio,nuna de las formas que asume el gesto retrospectivo. El quien es lanvictima, el que fue despojado de voz. Victima que solo puede tornarsensobreviviente desde la fragilidad de una lengua que pronuncia los restosndel desastre. El testimonio en este caso es la forma que tiene lancolectividad de reconstruirse mediante el laborioso tejido del recuerdo.nRescatar la narracion en primera persona, que a la vez es un nosotros,nsignifica rescatar una empatia que se esfuma cuando la historia parecencontarse sola. La historia, dijo un escritor, es demasiado seria comonpara dejarsela a los historiadores. A los historiadores, acotemos, quenla despojan de subjetividad. Subjetividad que tampoco es universal,nindiferenciada, sino especifica, diferente de las antepasadas.nnnLos presos tratan de contrarrestar el proceso de degradacion al que
nse ven sometidos a traves de actividades que empiezan a organizar en
nconjunto. Algunos inventan formas de distraerse, recurren al humor,
notros discuten sobre la coyuntura politica que desembocara en este
ndelirio. Le buscan algun sentido a una situacion que persiste como
nenigma. Ninguno sabe a ciencia cierta por que esta confinado y tampoco
nse conoce el plazo de la condena, si es que hay un plazo. "Nos
nsentimos como conejos de jaula: nuestros amos pueden venir en el momento
nque quieran para escoger al que quieran y hacer con el lo que se les
nocurra" (Valdes 1978, 129). "Cualquier condena de prision
ndefinida seria mil veces mas soportable que este encierro extrarreal,
nque esta marginacion de todo conocimiento sobre nuestras culpas, su
nformulacion y sus castigos" (Valdes 1978, 145), "Hemos estado
nesperando el momento de entrar en la realidad de este mecanismo
ninvisible del que formamos parte" (Valdes 1978, 149).
n
nnnBurgos-Debray Elisabeth. 1994. Me llamo Rigoberta Menchu y asi me
nnacio la conciencia. Mexico: Siglo XXI.
n
nn
n No puedo imaginarme sino este ahora, este estar-aqui, maniatado,
n ciego, impregnandome del avasallador olor de orines
n (mi silla parece estar muy proxima del urinario) que se deposita
n como una pelicula contra mi paladar, transformandose mas
n bien en gusto; este estar-aqui siendo invadido por el ruido infernal
n del grifo de agua, que desaloja casi toda otra impresion
n de mi cerebro. (Valdes 1978, 22)
nnnEn Tejas Verdes el poder arrasa con el tiempo, que se vuelve espera
nde la tortura o la liberacion. El relato comienza el 12 de febrero de
n1974, antes del allanamiento a su domicilio, con una pregunta:
n"hQue hago aqui, en casa, a las 6,30 de la tardeh" y la
nrespuesta es que no tiene una explicacion, que esta dejando pasar las
nhoras. Luego nos enteramos que lo que espera es un pasaporte que lo
nllevara al extranjero, "a donde sea" (Valdes 1978, 11). La
nespera de lo desconocido marca el desarrollo de la accion hasta el final
ndel relato. La referencia al pasado se realiza a veces por analepsis y
notras por observaciones del narrador intercaladas en la accion, como
nelementos que retardan pero a la vez profundizan el sentido de la trama.
nEl segundo dia de reclusion (atado a una silla y rodeado por un grupo de
ndesconocidos, presos como el en un lugar que no ve pero que espia)
nmedita sobre el allanamiento y sobre la situacion de su pareja:
n
nnnKaufman, Alejandro. 2005. Setentismo y memoria. Pensamiento de los
nConfines 16: 51-56.
n
nnnEl empleo de recursos literarios es un requisito de toda narrativa,
nincluso de un testimonio, y por lo tanto es imposible establecer dos
nareas totalmente separadas y excluyentes: la realidad y la ficcion. Pero
na Valdes le interesa enfatizar la veracidad de su relato, y por eso
ninsiste en la ficcion de la literatura, aunque caiga en la paradoja de
nafi rmar la irrealidad de su producto, que es inevitablemente literario.
nAunque Valdes se niegue a aceptar que su obra es literaria, elabora sus
nmemorias y las plasma en escritura con abundantes estrategias de la
nficcion: creacion de un diario, esquematizacion de personajes de acuerdo
na tipifi caciones, uso de dialogos imaginarios (no pudo haberlos
nrecordado con exactitud), composicion de la trama con suspenso y climax
ny manipulacion del tiempo y del espacio:
n
nnn--. 1976. Las palabras y las cosas. Mexico: Siglo XXI.
n
nnnStrejilevich, Nora. 1997. Una sola muerte numerosa. Miami:
nNorte-Sur.
n
nnn(4) Otra forma de desaparecer la muerte fue la aplicacion del
n"metodo" de arrojar detenidos anestesiados al mar, en los asi
nllamados "vuelos de la muerte". A los
n"desaparecidos" asesinados de este modo--sin la posibilidad de
nafrontar, concientemente, su propio fin--les robaron su muerte.
n
nnEl "entre otros" de Jameson incluye, a nuestro entender,
nla literatura testimonial, el nacimiento de vertientes narrativas que
nrecuperan la tradicion de las cronicas, apartandose del cauce del relato
nanclado en el yo pero sin dejar de lado la enunciacion de la intimidad
nde la experiencia. Esta escritura, llamada de no-ficcion, es una forma
nmixta, hibrida, donde confl uyen imaginacion y recuerdo, critica e
nhistoria. Tronco sincretico que abarca desde las cronicas de la epoca
ncolonial hasta los ensayos costumbristas como Facundo (escrito en 1845),
ndesde los diarios de campana de Bolivar o Marti hasta la biografia
nromantica del siglo XIX. Modos de contar que en los anos setenta se
nconjugan con las formas de registro oral de la antropologia (Oscar
nLewis) y con relatos de militantes (Che Guevara) cuya recepcion masiva
ntiene relacion directa con el auge de los movimientos de resistencia de
nAmerica Latina (Beverley 1990, 173). Una serie de criticos--Achugar,
nAvellaneda, Beverley, Cornejo Polar, Moreiras, Garcia Canclini, Foster,
nRama, Rodriguez, Retamar y Yudice--insisten en que nuestra literatura se
nnutre de esta tradicion, arraigada en latinoamerica desde las cronicas
ndel Renacimiento tardio. Tanto las Cronicas de Indias como el testimonio
ncontemporaneo relatan circunstancias vividas por el autor/protagonista.
nLa diferencia radica en que las Cronicas surgen a menudo para justifi
ncar la empresa de conquista, mientras que el testimonio narra la
nrebeldia o la derrota de la resistencia, dos extremos opuestos de un
nmismo proyecto de cambio social.
n
nn
n Hace unos cinco anos atras, recien llegado a Barcelona, [...] se
n impuso en mi de inmediato la necesidad de escribir este libro
n [...] La situacion no era justamente apropiada en aquel tiempo
n para difundir un libro semejante. El manuscrito se eternizaba
n [...] en consulta previa, y habrian de ser necesarias esas
n insistentes y ceremoniosas gestiones del editor para que al cabo de
n cuatro meses hubiera una respuesta. (Valdes 1978, 7- cool
nnnEn la Argentina los Juicios a las Juntas (1985) fueron actos
nfundacionales que instauraron un terreno consensual minimo: el repudio
nrespecto de los "metodos" utilizados por la dictadura. Estos
njuicios fueron al mismo tiempo apertura y cierre (Tabachnik 2000): a
npartir de entonces se desplegaron diversas estrategias de olvido que
nculminaron con las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida (1986 y
n1987) y finalmente con el Indulto (1990). Recien durante la crisis del
n2000--que hizo eclosion en el 2001--el discurso colectivo cambio: el
nparentesco entre la exclusion exterminadora y la exclusion social se
nvolvio palpable. El genocidio, que los organismos de derechos humanos se
nencargaran de denunciar a lo largo de decadas, se incorporo, por lo
nmenos a nivel simbolico, como marca que le incumbe a la sociedad en su
nconjunto y no solo a los afectados directos. Nestor Kirschner,
npresidente electo a partir de entonces, impulso una politica que le
nrestituye al pais la posibilidad de establecer distinciones minimas para
nsalir de la zona gris en la que nado la sociedad entera desde entonces.
n(6)
n
nnAdemas el autor explicita las condiciones y el momento de
nproduccion y publicacion del libro:
n
nnnLo vemos una y otra vez en este confl icto sin consuelo hasta que
nencuentra a otros intelectuales, y es a traves de su dialogo con ellos
nque recupera la cordura y el discurso ideologico. Recien ahora inserta
nalgunos analisis sobre la situacion del pais y aparecen notas a pie de
npagina que explican siglas de grupos politicos. Las notas refuerzan la
nsensacion de autenticidad, por estar redactadas en tercera persona, y
npresentadas como datos "objetivos" aunque sean comentarios que
nreflejan su punto de vista politico. Este paratexto amplia el marco del
ncampo de detencion y facilita la comprension del horizonte historico
nsocial. Resulta util tanto para los lectores del exilio (donde el libro
nse publico inicialmente) que no conocen la historia politica de la
nepoca, como para lectores educados bajo la dictadura y que por ende
ntambien, en gran medida, la ignoran. Gracias a esta estrategia y a
nnuestra identificacion con el narrador, a quien acompanamos en su
nrecorrido (que es mas bien un viaje por su conciencia) vamos dandole
ncredito a sus opiniones: "Porque lo que yo sabia de la maldad,
nantes, eran puras caricaturas, pura literatura (enfasis mio)"
n(Valdes 1978, 179).
n
nnnDorfman, Ariel. 1986. Codigo politico y codigo literario. El genero
ntestimonio en
n
nnnSabemos poco acerca de las torturas a que son sometidas las
nmujeres.
n
nnnEste critico subraya el caracter hibrido de la obra:
n
nnnCabezas, Omar. 1982. La montana es algo mas que una inmensa estepa
nverde. Siglo XXI.
n
nnnLaub, Dori. 1992. Bearing witness or the vicissitudes of listening.
nEn Testimony: Crises of witnessing in literature, psychoanalysis, and
nhistory, editado por Shoshana Felman y Dori Laub, 57-74. New York:
nRoutledge.
n
nn
n El ex soldado nos dice que hay que reirse de la tortura. Es un
n machote, que se quitaria la vida por un: "quitame alla esas pajas".
n El, por su parte, ha tenido que aplicarla contra su propio
n hermano, cuando hacian el servicio, por "alguna huevaa que
n habia hecho". (Valdes 1978, 143)
nnnAchugar, Hugo. 1992. Historias paralelas/ historias ejemplares: La
nhistoria y la voz del otro. En La voz del otro: testimonio,
nsubalternidad y verdad narrativa, editado por John Beverley y Hugo
nAchugar, 49-71. Lima y Pittsburg: Latinoamericana.
n
nnnA partir de la detencion de Pinochet en Inglaterra (199 cool se
nempieza a debatir intensamente en Chile el significado de los terminos
n"dictadura", "transicion", "memoria". Su
ndetencion de debio a que el Juez Garzon, que investigaba el
n"Operativo Condor" (5) en el Cono Sur, intento extraditarlo a
nEspana porque descubrio que el ex dictador y en ese momento senador
nvitalicio de la Republica habia sido el lider de esa organizacion.
nAunque el dictador retorno a Chile y recupero su libertad, el Juez
nGuzman levanto nuevos cargos contra el, esta vez en su pais y en
nrelacion a su enriquecimiento ilicito (2004-05). Con estos avatares su
nimagen y su status quedaron profundamente danados y fue detenido
nnuevamente, junto con su esposa y su hijo, que permanece en prision.
n
nnnMoreiras, Alberto. 1999. Tercer espacio: literatura y duelo en
nAmerica Latina. Santiago: LOM.
n
nnn(1) En este campo se han destacado las mujeres, pioneras en la
ninvestigacion y desarrollo de formas duales y colectivas de produccion
ntextual (en los que a menudo un/a entrevistador/a recoge la voz de quien
n"no la tiene" wink . Abundan libros fi rmados por periodistas,
nescritoras, antropologas y testimonialistas: Elena Poniatowska, tras el
nexito de La noche de Tlatelolco publica la novela Hasta no verte Jesus
nmio, basada en la vida de Jesusa Palancares. Elisabeth Burgos-Debray
nrecoge el testimonio de Rigoberta Menchu en Me llamo Rigoberta Menchu y
nasi nacio la conciencia, con lo cual adapta la voz de una mujer quiche a
nlos codigos del mundo occidental. El problema surge cuando hay que
ndefinir a quien pertenece la autoria del texto hA la
nperiodista/antropologa que realiza la investigacion o a la fuente que
nentrega su propia historiah Si el testimonio no existe sin el oyente y
nsi el libro no existe sin el periodista que transcribe y corrige. hQuien
nes el autorh Lo interesante de este debate es que pone de manifi esto
nque la autoria ya no es individual. En el caso de Me llamo ...
nBurgos-Debray se coloco en el lugar del autor, excluyendo a Rigoberta,
nlo cual generaron disputas y desaveniencias, mientras que en Historia de
nuna vida: ********* de Bonafini el nombre de la gestora no aparece siquiera
nen la portada, y en la primera pagina se lo observa con la aclaracion:
nredaccion y prologo de Matilde Sanchez. En suma, hay formas distintas de
nnegociar la creacion que desborda lo individual. En otros casos, mas
nrecientes, aparecen los nombres de todas las testimoniantes, como en Ese
ninfierno. Conversaciones de cinco mujeres sobrevivientes de la ESMA,
nporque incluso cambia la forma de produccion del texto: un grupo de
nexdetenidas graba sus conversaciones sobre el pasado comun, sin la mediacion de ningun escritor o compilador.
n
nnnValdes, Hernan. 1978. Tejas Verdes: Diario de un campo de
nconcentracion en Chile. Barcelona: Laia.
n
nn
n -Y este libro en clave hTe estai haciendo el tontoh Ya, llevatelo
n a cantar arriba.
n -Este libro es de Eva--grito, jadeando--. Esta escrito en
n su idioma.
n -Vai a descifrarlo al tiro, huevon, o te capamos.
n Protesto que no entiendo el idioma, pero no hay caso.
n (Valdes 1978, 45)
nnnLas funciones vitales se vuelven el eje de interes de los
nprisioneros: "Todas las preocupaciones se postergan ante esta
nperspectiva de corner y nos amontonamos en la puerta en actitud
nvigilante" (Valdes 1978, 72). Desayuno, salida al bano y comida
nconstituyen la base de este sistema donde no hay margen para el placer.
n"Solo me importa que esto llegue velozmente a mi estomago, que esto
nse deposite alli, como requisito indispensable de la subsistencia de mi
npersonalidad" (Valdes 1978, 71). "Hay solo tres
nacontecimientos mas o menos previsibles en cada dia: el desayuno, el
nalmuerzo de porotos y la cena de porotos mas licuados" (Valdes
n1978, 125). El grupo va siendo manipulado a traves de este estilo
nprecario de vida, y poco a poco se produce una regresion: "la
nposibilidad de quejarse de algo aunque sea indirectamente, nos fascina.
nSin darnos cuenta vamos adoptando un comportamiento infantil",
ninvolucion que aumenta a medida que "nuestra inteligencia empieza a
naceptar esta irracionalidad" (Valdes 1978, 70).
n
nnnNo media ningun transcurso entre el acto de abrir [la puerta] y la
nsituacion de encontrarme con la boca del canon de una metralleta contra
nla garganta.
n
nnnJameson, Fredric. 1981. The political unconscious: Narrative as a
nsocially symbolic act. NY: Cornell U P.
n
nnnEn la barraca se inicia el momento de la socializacion, donde
naparecen resquicios de iniciativa personal en contraste con el espacio
ndel campo, horizonte de la vida militar que cercena todo movimiento
npropio. Al mismo tiempo, en rincones en los que no domina la mirada del
nrepresor, se producira una apertura espiritual hacia lo que esta
n'afuera' como paisaje liberador. En esta etapa se suceden una
nserie de incidentes, intercalados con anecdotas y opiniones del autor a
nmedida que se va habituando al espacio-tiempo que le han impuesto por
nrazones desconocidas. El narrador bosqueja perfiles de sus companeros y
ndescribe las actividades realizadas a diario, que se reducen al
ncumplimiento de conductas basicas que exige la sobrevivencia.
n
nnnEl problema--para Chile y para otros paises de America Latina donde
nel poder militar logro imponer los cambios que se propuso--es como
nrelacionarse con un pasado que reformulo las bases de la organizacion
nnacional, transformo las "utopias" (que entonces eran
nproyectos de cambio) en ruinas e instauro el sistema capitalista
n"neoliberal". hComo pensar ese ayer que es parte constitutivo
ndel hoyh El testimonio es capaz de elaborar lo atroz en el discurso, ya
nque "no hay ciencia de la tragedia ni del dolor" (Kaufman
n2001). Por eso esta forma de narrar ha devenido, sin duda, un modelo
npara re-armar la subjetividad.
n
nnnDurante el trascurso de estos dias se va exasperando la percepcion
ndel propio cuerpo: de la sorpresa inicial se pasa a una enajenacion
ntotal a medida que las amenazas de vejaciones se concretan--simulacro de
nfusilamiento, interrogatorio--y este proceso llega a su punto culminante
n"como si el miedo me mantuviera aislado de las sensaciones
nfisicas" (Valdes 1978, 44); "no siento nada, he perdido toda
nconciencia de mi cuerpo [...] el peso y las proporciones de mi cuerpo
nson inconmensurables" (Valdes 1978, 51); "sensacion de
ntorpeza, me siento como una vieja maquina oxidada" (Valdes 1978,
n5 cool . El retroceso a una sicologia infantil se combina con la
nimposibilidad ya radical de reconocer el propio ser fisico. Es en ese
nmomento cuando el relato se refiere a las funciones corporales con un
nlenguaje grotesco: el "carnaval de mierda" en el que se
ntransforma una escena de defecacion colectiva (Valdes 1978, 100).
n
nnnNORA STREJILEVICH
n
nnnLa interioridad ya no es la misma:
n
nnnEl pacto de lectura implica aceptar que la memoria, en ese proceso
nde investigacion, siempre selecciona, arma un montaje, ficcionaliza.
nHayden White diferencia dos formas de contar la historia: la que narra y
nla que narrativiza. La primera registra lo que ve del mundo, mientras
nque la segunda hace que el mundo discurra por si mismo en un relato
nsignado por el uso de la tercera persona y las formas del pasado. Estos
nrasgos contribuyen a su supuesta objetividad, ya que al omitir cualquier
nreferencia al narrador parece dejar que los hechos hablen por si mismos.
nSin embargo, este tipo de historia, que conocemos desde el siglo pasado,
ncuenta los hechos con procedimientos de la narracion literaria, inventa
nprincipios, desarrollos y finales, crea tramas y heroes. Su objetividad
nes cuestionable. Lo que la historia hace es contar lo acontecido de
nacuerdo a tropos de la ficcion lo cual no la desmerece: apenas muestra
nsu capacidad de darle significado a los hechos. Tal como las ficciones
nliterarias producen significaciones al manipular hechos imaginarios, las
nde la cultura las producen al ser aplicadas a la realidad (White 1988,
n45).
n
nnnEste estudio de un texto paradigmatico en su tratamiento del
nproceso que sufre la subjetividad en reclusion, viene a retomar un
ndebate que ya lleva mas de dos decadas: el del estatuto del testimonio.
nEn los 90 se lo presento "como uno de los generos representativos
nde la nueva sensibilidad historica, como la emergencia de un nuevo
ndiscurso que [desplazaria] la tradicion moderna de los "grandes
nrelatos", en el sentido que le da Lyotard, de sistemas
ngnoseologicos" (Epple 1994, 43). Luego surgieron los
ncuestionamientos sobre la verdad del testimonio y el debate llego a un
nimpasse, por lo menos en America del Norte, donde la discusion teorica
nparecio agotarse. Mientras tanto, en el Cono Sur hizo eclosion el tema
nde modo inusitado a partir el 2000, con el reconocimiento de la
nnecesidad de la memoria para que las sociedades post-dictatoriales
npuedan realizar un corte simbolico con el genocidio.
n
nnn--. 1978. Microfisica del poder. Madrid: La Piqueta.
n
nn
n [En Microfisica del Poder (Foucault 1978, 116)] dira que lo que
n buscaba [eran] las relaciones que pueden existir entre poder y
n saber, y [...] que sus investigaciones tratan de develar el modo
n como se gobiernan los hombres--a si mismos y a los demas--a
n traves de la produccion de verdad. (Foucault 1983, 12)
nn
n Muchos lectores [...] hacen una lectura distinta, cuyos alcances
n no dejan de sorprenderme: leen una "novela". Incluso
n companeros que vivieron situaciones parecidas, que saben
n del caracter documental de cada detalle, dicen: "cuando en
n tu novela [...]", etc., implicando asi que la escritura, por su
n propia naturaleza, transformaria la experiencia mas directa
n fatalmente en una especie de ficcion. Como sea que se lo
n perciba literariamente, lo que cuenta es que este libro siga
n conservando su actualidad [...] Este libro [...] pretende seguir
n siendo un instrumento de denuncia permanente de aquella
n obscena brutalidad--resumida ya con el nombre de dictadura,
n ya de fascismo, segun los gustos del oprimido--que la derecha
n en peligro se siente obligada a practicar de tiempo en tiempo,
n aqui o alla, para detener la historia. El hecho de que el campo
n de concentracion Tejas Verdes ya no exista localmente en el
n balneario del mismo nombre no debe tranquilizarnos demasiado
n [...] (Valdes 1978, 9)
nnLa trama se desarrolla hasta aqui sobre un fondo espacial cerrado,
nfamiliar: la casa propia. La violenta aparicion de lo desconocido altera
nel ritmo existencial y del relato. A partir de aqui todo transcurre a
nuna velocidad que el narrador describe como imposible de percibir y que
nlo deja anonadado: "Los movimientos a que me obligan son demasiado
nrapidos, no hay tiempo de percibir ningun detalle, de fijar la vista o
nla atencion en nada particularmente" (Valdes 1978, 19).
n
nnnFoucault, Michel. 1976. La arqueologia del saber. Mexico: Siglo
nXXI.
n
nnEl escritor no es la persona de carne y hueso que ha vivido la
nexperiencia sino el autor implicito, el personaje en el que el mismo se
nconvierte al narrar la historia. En este caso, un intelectual que
ndescubre las falencias de su vision de mundo cuando lo fuerzan a
nconvivir con realidades y personajes con los que quizas nunca se hubiera
ncruzado en su vida cotidiana. Su resistencia a aceptar un destino
nirracional lo hace empecinarse en una aguda percepcion del medio que lo
nrodea. Como no puede conciliar el sueno, esta condenado a una vigilia
nconstante que lo agota y al mismo tiempo lo fortalece. Sabe que sabe mas
nque otros porque esta siempre atento, pero a la vez nota que vivir
nalerta lo lleva a un estado 'onirico' en el que su razon
nempieza a fallar. Su imposibilidad de defecar y de dormir se exacerban a
nmedida que avanza el relato, transformandose en una obsesion que lo
nmartiriza. Hay un in crescendo de descripciones de su estado fisico, y
npodemos inferir que su propio intelecto lo ayuda a autodestruirse, por
nser incapaz de asimilarse, como otros, a las nuevas condiciones de vida.
nSi bien levemente lo logra mas adelante, se resiste a caer en la rutina
ndel "campo": sabe que dejarse estar y aceptar representa un
npeligro a niveles mas profundos. Evita el acostumbramiento a una
nsobrevivencia que consiste en la repeticion interminable de unas pocas
nfunciones basicas y al cumplimiento de ordenes que inexorablemente
ndesgastan la propia identidad.
n
nnnEn Tejas Verdes, Hernan Valdes va mas alla, ya que no solo
ndesautoriza al poder militar: el intelectual critica, desde su posicion
nde observador, la falsa conciencia de los otros y su falsa conciencia
nanterior, y en ese trabajo va resistiendo los zarpazos del poder. Lo que
ndenuncia es el fascismo, pero sutilmente, no desde la perspectiva
nheroica de quien ha sobrellevado una experiencia y la ha superado, sino
ndesde la conciencia del fracaso colectivo e individual. El texto muestra
nel exito de la maquina de la tortura sobre las victimas, insiste en la
nresistencia de la razon pero no le da lugar al exito. El fracaso apenas
nse doblega, vicariamente, en el acto de escritura. En el
n"campo", por el contrario, el camino se recorre hacia el
nfracaso total. Un fracaso en que se llega a delatar porque se retrocede a la dependencia y a la perdida de identidad. La estrategia de Valdes es
nun desafio al silencio impuesto por el sistema a posteriori, en el
nexilio europeo y en el tiempo de la narracion.
n
nnnLa superposicion de planos y perspectivas (el sujeto ignorante que
nera en contraposicion con el ser consciente de hoy, la mirada presente
nque denuncia su faceta prehistorica superada) presupone la existencia
ndel hombre alienado que, alejado de si mismo, esta habituado al
nejercicio del auto-examen. Ese distanciamiento, exacerbado por las
ncircunstancias que le tocan vivir, es el que le permite ademas
nconsiderar su cuerpo como algo impersonal y exterior al cual puede medir
ny estudiar en sus variaciones y reacciones fi siologicas:
n
nnnEn otra circunstancia aparece una enfermera con aires de pertenecer
na un estrato superior, el del cuerpo militar, al que no cabe cuestionar
no criticar. Aunque se trate de un personaje secundario, la descripcion
nfisica que hace de ella es unica, porque no se refiere a ninguno de los
ncolaboradores de manera tan grotesca a partir de sus cualidades fisicas.
nEse tono refleja el "machismo" que reina en el ambiente, tanto
nde los represores como de los reprimidos, y podemos aventurarnos a
nleerlo como ideologia hegemonica del cuerpo social. Cuando Valdes
ndescribe al hombre medio, Ruben, el que trata de organizar la
ndistraccion dentro del encierro, dice: "Pretende ser un hombre
nliberal y moderno, sobre todo en sus relaciones con su mujer y sus
nhijas, pero se jacta de sus muchas "infi delidades" y se
nsorprende mucho si uno le pregunta si no se las habra permitido tambien
nsu mujer" (Valdes 1978, 9 cool . Los prejuicios inherentes a una
nsociedad patriarcal se perciben en otros dialogos entre soldados y
npresos:
n
nnnLos guardias, los soldados y todos aquellos que tienen que ver con
nla represion denotan, a traves de expresiones vulgares, su desprecio por
nel otro y su prepotencia, mientras que el lenguaje de los civiles es mas
nhumano. Incluso el caso de un militar que termina preso nos muestra que
nsu calidad de victima no altera su tono agresivo. La opinion del autor
ncon respecto a ellos es abierta y despectiva:
n
nnnTimerman, Jacobo. 1981. Preso sin nombre, celda sin numero. Nueva
nYork: Random.
n
nnnButazzoni, Fernando. 1986. El tigre y la nieve. Montevideo:
nEdiciones de la Banda Oriental.
n
nnEl diario no solo le permite registrar los hechos cotidianos del
ncampo de detencion sino tambien los cambios que se van produciendo en su
nser y en su conciencia. Estos procesos se muestran como trastornos que
nva sufriendo el cuerpo, ya que tras multiples privaciones la conciencia
nse obtura y se transforma. La violencia que decapita la vida cotidiana
nse prolonga en una percepcion del tiempo como transcurso acelerado de
nsucesos poco inteligibles. Las variaciones en la percepcion se registran
nen el tiempo cronologico del diario para darnos la imagen de un hombre
nque va sufriendo una serie de metamorfosis corporales y existenciales.
nLa distancia que el narrador establece consigo mismo para autoanalizarse
ny exhibirse es otro elemento que lo acerca al tratamiento que muchos
nnovelistas hacen de sus personajes. Esta distancia se contrapone con la
nidentificacion que se produce entre narrador y lector por tratarse de un
nrelato en tiempo presente. La simultaneidad ficticia de accion y lectura
ny el estudio riguroso del propio ser como objeto transforman al relato
nen discurso literario.
n
nnValdes marca la distancia que lo separa de quienes lo interrogan al
nno entender lo que le dicen. Este mismo fenomeno se repite en otros
ntestimonios, como Cerco de puas, en el que surgen confusiones comicas
ndebido a la ignorancia del preso del lexico del represor. Lo que si
nreconoce Valdes es que el uso del lenguaje de los represores es un
nprocedimiento fabricado por la maquina represiva. A pesar de su
napariencia caotica, tiene un sentido, el de desorientar a la victima:
n
nnnWittgenstein, Ludwig. 1973. Tratactus logico-philosophicus. Madrid:
nAlianza.
n
nnnMartinez Moreno, Carlos. 1986. El color que el infierno me
nescondiera. Montevideo: Monte Sexto.
n
nn
n -- hY es rica, huevonh
n -- -Es normal, senor.
n -- hUsa anticonceptivosh
n -- hComo senorh [...]
n -- Anticonceptivos, desgraciao!
n -- Un anillo, senor. De cobre, senor.
n -- hY no te molesta cuando te la tiraih
n -- No, senor.
n -- Que le va a molestar, si este es maricon! hTenis picoh
n (Valdes 1978, 16 cool
nnn(2) Ver la disputa de David Stoll y John Beverley (2004) en
nrelacion a Me llamo Rigoberta Menchu y asi me nacio la conciencia (On
nthe Politics of Truth/ Acerca de las politicas de la verdad). David
nStoll entrevisto a pobladores de la region donde se produjeron las
nmasacres que menciona Rigoberta en su testimonio y la cuestiona,
nacusandola de no ser fiel a la verdad. Su objetivo principal es
ndemostrar que el libro de Rigoberta es un documento politico de una
nactivista que habia estado afiliada a un grupo guerrillero, dato que, al
nno ser admitido por la testimonialista, le quita credibilidad a su
nversion. El libro de Arias, The Rigoberta Menchu Controversy (2001) es
nuna coleccion de articulos que discuten este asunto, y donde David Stoll
ntambien tiene un espacio para presentar sus ideas. El debate intereso en
nlos Estados Unidos, no en Guatemala, ya que el libro de Stoll no habia
nsido publicado en castellano.
n
nnnSin embargo el texto no se explaya en elucubraciones, siempre
ndevuelve al lector al escenario de la degradacion sistematica, que
nculmina con la escena de la tortura en la cual el testigo no dispone de
ntiempo para elaborar nada. Su cerebro esta en blanco y por lo tanto, sus
nasociaciones intelectuales son limitadas (Valdes 1978, 170). Casi todo
nel capitulo del dia 4 de marzo esta dedicado a esta sesion, precedida
npor un fragmento en el que una vez mas recapitula su pasado en un
nintento de definir la version que dara de los hechos durante el
ninterrogatorio. No se debe restringir la nocion de tortura al punto del
nmaximo maltrato; el encierro y la ansiedad en el umbral del
ninterrogatorio son, en si mismos, aspectos de la misma tortura. En la
nsesion se suceden dialogos que no son tales sino mas bien el discurso
ndel poder haciendo balbucear al dominado.
n
nnnEn el transcurso del siglo XX y desde inicios del XXI se viven
nguerras, aniquilaciones y masacres de pueblos y grupos humanos. No es
nextrano que los escritores hayan intentado representar los conflictos
nhistoricos desde la perspectiva de las victimas. El fenomeno se da en la
nAlemania de posguerra y llega a los Estados Unidos donde Truman Capote,
ncon su obra In cold blood inicia la corriente del Nuevo Periodismo. Pero
nvarios anos antes de Truman Capote el argentino Rodolfo Walsh habia
ncreado con Operacion Masacre una tendencia semejante en Latinoamerica,
ncon lo cual este tipo de narracion se populariza por todo el continente.
nEste discurso, que combina historia con subjetividad, es el que se va
nabriendo paso en el testimonio de Valdes, donde la historia se
ninterpreta como un movimiento que salta bruscamente hacia atras y
nretorna a etapas primitivas. El testigo se va transformando en el
nejercicio de soportar el tragico retroceso. Mientras cumple su destino,
nsufre una serie de metamorfosis, de modo que al salir de su reclusion es
notro. Su periplo encarna el de miles y es en este cruce donde el
npersonaje se vuelve simbolo de un trauma compartido: la derrota a manos
nde un poder brutal.
n
nnnRojas, Emilio. 1989. Mis primeros tres minutos. Santiago: Editora
nSeminario.
n
nnn--. 1995. Un dialogo sobre el poder. Buenos Aires: Alianza.
n
nnnAgamben, Giorgio. 2003. Estado de excepcion: Homo Sacer II, I.
nBuenos Aires: Adriana Hidalgo.
n
nnnAlgunos testimonialistas parecen desconocer este parentesco entre
nficcion e historia. El testigo que, tras su liberacion asume la
nresponsabilidad de la denuncia, no puede a veces demistificar su
nfuncion. Lo primero que suele olvidar es que no hay memoria del pasado
nque no interprete: el grado cero de una memoria sin ficcion es una
nficcion. Y tambien olvida que las experiencias traumaticas no se pueden
nelaborar sin recurrir a la estructura del relato. La narracion permite
nque lo traumatico se construya como saber, y logra que se traduzca lo
ndesconocido a la familiaridad y al orden de un principio, un medio y un
nfinal, indispensables para que el dolor cobre forma. Pero en lugar de
nadmitir que la version que se escribe es textualmente eso, algunos
ntestimonialistas se empenan en demostrar que sus relatos son la realidad
nmisma verbalizada, como si la ficcion le quitara fuerza al horror. Este
nefecto de verosimilitud pasa a ser tan determinante que se antepone en
nparatextos como el prologo, indice del pacto de lectura. En el prologo a
nla primera edicion de Tejas Verdes Valdes se molesta con quienes lo
nfelicitan por su nueva novela, aun cuando saben que lo que ahi se cuenta
nes real. Le importa ser leido como testimonio aunque use estrategias
nliterarias. Si bien inventa un diario de carcel en el que el prisionero
nvuelca sus experiencias, insiste en que esa estrategia es funcional. Lo
nque le urge es "dar una voz a experiencias personales y al mismo
ntiempo colectivas recien vividas, que corrian el riesgo de petrifi carse
nbajo cifras mas o menos globales de victimas, de asfixiarse bajo el peso
nde los adjetivos de la informacion periodistica" (Valdes 1978, 7).
nEl autor quiere diferenciar su relato tanto del periodismo como de la
nficcion: "el libro, pues, estaba dirigido a producir una reaccion
ninmediata en el lector, a sublevarlo, a solicitar su solidaridad con
nrespecto a hechos concretos" (Valdes 1978, 8-9).
n
nnnLa aparicion de los otros personajes se va a dar en un nuevo
nespacio, el del "campo". El grupo es trasladado de este
nextrano recinto a otro no menos inquietante donde se pueden sacar las
nvendas de los ojos. Se produce la apertura visual del grupo: al llegar a
ndestino todos levantan sus "antifaces" (capuchas) y se miran.
nEs el comienzo del dialogo: cada cual narra su historia personal, el
ntestimonio se multiplica.
n
nn
n No se trata solo de hablar, sino del imperioso gesto de establecer
n otra relacion con el pasado a traves de la palabra
n (Casullo 1997, 10), gesto complejo cuando ese pasado se ha
n transformado en un pais extranjero. Extranjero y por lo mismo
n extrano, una zona que convoca la angustia y la zozobra de un
n espacio definido [...] por una curiosa nostalgia por aquello
n que no nos pertenece [...] Es en esta tenue fisura entre ese
n pais extranjero en que se convierte el pasado y la actualidad
n del presente que lo evoca con extraneza, en donde en definitiva
n se articula aquello que llamamos memoria. (Evangelista
n 1998, 1)
nnnEl cambio inicial que el secuestro impone es la clausura de la
nvista a traves de un 'antifaz' que instala el aislamiento en
nel que el narrador debera asumir otra identidad. El sujeto pasa a ser
nvictima: "Me ponen algo sobre los bordes de los parpados, supongo
nque tela adhesiva" (Valdes 1978, 19). "Me quitan los
ndocumentos, las llaves, todo lo que habia en los bolsillos". El
nespacio se transforma en un misterio a develar mediante los otros
nsentidos: "es muy dificil, auditivamente, formarse una idea de este
nespacio" (Valdes 1978, 24).
n
nnnEl mundo dentro del campo es una sinecdoque del cuerpo social, por
nlo que la intimidad que trasunta el diario se universaliza en una
ncritica del Terrorismo de Estado. La degradacion fisica y moral que
nsufren los detenidos-desaparecidos expone una violencia que es producto
nde la burocratizacion de la muerte. La "banalidad del mal" y
nla sofisticacion tecnologica que Hannah Arendt le atribuyera a los
nmetodos de exterminio del holocausto aparecen en esta obra como la
nmetodologia a la que las clases dominantes recurren para recuperar y
nmantener su poder. Tanto la ideologia de Valdes como la de otros
npersonajes se radicaliza durante los 31 dias de reclusion, hasta que
nsurge la urgencia por testimoniar y despertar la conciencia de un
npublico anestesiado.
n
nnnnnBonasso, Miguel. 1988. Recuerdo de la muerte. Buenos Aires:
nPuntosur.
n
nnnArendt, Hanna. 1981. Los origenes del totalitarismo. Madrid:
nAlianza.
n
nnnYudice, George. 1991. Testimonio and Postmodernism. Latin American
nPerspectives 18.3: 15-31.
n
nn
n Algunas han contado algo a traves de los W.C. Por lo menos
n aqui no son sistematicamente violadas, como en otras prisiones,
n sino mas bien ultrajadas. A algunas les han introducido
n ratas en la v****a. (Valdes 1978, 213)
nnnCalveiro, Pilar. 2004. Poder y desaparicion: los campos de
nconcentracion en Argentina. Buenos Aires: Colihue,
n
nnLos personajes, deciamos, se perfilan en funcion del papel que
njuegan en la trama. A Eva, por ejemplo, la conocemos a traves de su
nactividad como miembro de una embajada cuyo nombre se sugiere con una
ninicial. Lo que se muestra de los otros personajes es, ante todo, el
nlugar que ocupan en el esquema de la represion (victima o victimario) y
nen el contexto social. Se muestra lo individual como expresion de lo
ncolectivo y no se ahonda en la interioridad de otro personaje que el
nprotagonista. Esta esquematizacion es coherente con las exigencias de la
npractica testimonial, que enfatiza ante todo la perspectiva del que
nvivio la experiencia. Si bien parece crear estereotipos, consigue
nbosquejar las caracteristicas mas notorias de torturador y torturado:
n
nnnSan Diego State University
nnn--. 1980. Briefe. Frankfurt: Suhrkamp.
n
nnnLa escritura del libro pone en escena la huella que la reclusion y
nla tortura han dejado en el protagonista. Se ha producido un cambio en
nla conciencia del sujeto que ha recorrido el camino y ahora quiere dar
ntestimonio: el tiempo ciclico de la espera deviene tiempo abierto,
nproyecto. En el espacio de la pagina puede darle por fin un orden al
ndislocado desfile de arbitrariedades que recuerda. Su relato demuestra
nque la aparente normalidad de la vida ciudadana se funda en la negacion
nde un espacio subterraneo que permanece oculto y acechante. Los
nsobrevivientes aprenden una leccion inolvidable, que les pesara para
nsiempre: "Nos abruma la magnitud de nuestra ignorancia en el
npasado, la escandalosa inocencia de nuestra excondicion de
nciudadanos" (Valdes 1978, 144). La serie temporal biografica se une
ncon la historica en este reconocimiento de la tarea de transmitir la
npropia version de lo vivido para evitar que la tragedia se repita. Se
nretoma la propia iniciativa, coartada durante la reclusion, y se hace de
nla palabra un instrumento de reflexion y denuncia. El acto de la
nescritura transforma un destino impuesto en algo elegido. El
nsobreviviente retoma su humanidad al asumir una responsabilidad social y
nexistencial.
n
nnnEn el Cono Sur, donde los movimientos populares fueron vencidos, el
ntestimonio viene a dar cuenta de la devastacion, de la vida atravesada
npor la catastrofe historica. Cerco de puas (1977), Prision en Chile
n(1977), Tejas Verdes (197 cool , Mis primeros tres minutos (1989), describen
nlos campos de concentracion tras el golpe militar de Pinochet. Preso sin
nnombre, celda sin numero, The Little School (La escuelita) (1986),
nRecuerdo de la muerte (198 cool , A fuego lento (1993), Una sola muerte
nnumerosa (1997), la avanzada del terror tras el golpe de 1976 en la
nArgentina. El color que el infierno me escondiera (1986), El tigre y la
nnieve (1986), Las manos en el fuego (1986), Amaral: Cronica de una vida (1987), Memorias del calabozo (2005), la forma que asume el relato de
nlas atrocidades en Uruguay. Estos son apenas algunos titulos del vasto
ncorpus que va tejiendo la trama del fin de una epoca, de una generacion,
nde un proyecto. Textos que intentan darle forma a ese quiebre de los
nmarcos de referencia conocidos que parece enmudecer el discurso, porque
nninguna palabra resulta suficiente para pronunciar lo acaecido. Quien
ntoma la palabra, quien desafia este limite, es un sujeto en ruinas que
nno se reconoce entre los restos de un cuerpo colectivo fracturado, pero
nque necesita darse un rostro para reconocerse.
n
nnnHay que tener en cuenta los horizontes particulares de las
nenunciaciones para no transformarlas en recetas universales. Si se
naplica lo dicho por el filosofo, por ejemplo, al entorno del llamado
nCono Sur, heredero de una historia donde el horror ha atravesado el
ntejido social, se coarta la unica resistencia posible tras la derrota de
nlos movimientos sociales arrasados en la decada del setenta por
ngobiernos militares. Paises como Argentina, Chile y Uruguay, tan dados a
nsilenciar lo que no puede o debe decirse, necesitan en cambio entrenarse
nen el ejercicio de decir hasta lo indecible, de verbalizar el pasado que
naun nos acontece, que nos constituye. Y comienzo con esta observacion,
njustamente, porque entre nosotros se ha repetido hasta el cansancio que
nel horror es indecible. Si bien es cierto que todos nuestros marcos de
nreferencia colapsan con la aniquilacion (no solo de seres humanos sino
nde una forma de vida), tambien es cierto que siempre los sobrevivientes
nhan buscado la forma de narrar el horror, de pronunciarlo y de
ntransmitirlo.
n
nnnE




 
 
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