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De sobras conocida es la figura de la 'hostess', la mujer cuyo trabajo consiste en colmar de atenciones a unos clientes, generalmente hombres de negocios, que pagan por la compañía femenina y un flirteo que puede o no ir a mas. Por lo general, las 'hostess' son mas confidentes que compañeras de cama, algo asi como las modernas herederas de la tradicion de las geishas, artistas polifacéticas y cultivadas al servicio de un señor exigente.

De las 'hostess' al 'host', la versión masculina de la compañía por horas. Como ellas, los 'hosts' se dedican a servir copas, encender cigarrillos, dar conversación y, sobre todo, adular y entretener a sus ávidas clientas. Mujeres de todas las edades recurren a estos 'Casanova de alquiler' o, como algunos se autodemominan, 'vendedores de sueños'. En realidad, tampoco los 'hosts' son nada nuevo: ya los había en el siglo XVI, solo que entonces era menos frecuente y económicamente prohibitivo. Solo la nobleza podía permitirse una extravagancia que, si bien sigue siendo (muy) cara, ahora está al alcance de muchos mas presupuestos.

Como ocurre en el mundo de las geishas, en el contexto 'host' se aplica también la controversia: entre los servicios ofrecidos, ¿se cuenta también el sexo? Y como en aquel, la respuesta es ambigua. Por lo general, los propietarios ricos son muy estrictos en este aspecto y prefieren evitarlo para preservar la reputación de su club. Es mas, muchos afirman que acostarse con una clienta es la manera mas rápida de perderla, por lo que a largo plazo el negocio puede resentirse mas que beneficiarse de ello.

Un negocio lucrativo
El negocio de los host clubs se ha rebelado como uno de los mas productivos de los últimos años. Los chicos mas solicitados pueden llegar a sacarse en un mes bastante mas dinero del que un empleado convencional cobra en un año. Las clientas tienen el derecho a elegir a su acompañante y a exigir que sea el mismo cada vez que acuden a su club de preferencia. Además de adularla y tenerle todas las deferencias el host se encarga de hacer beber a su 'cita' que paga sus copas y las del compañero, llenando asi las arcas del local.

¿Como es un host club?
Como les gusta a ellas. Y vale decir que las mujeres japonesas, en general, tienen unos gustos marcadamente 'kitsch'. Candelabros, estatuas, espejos, cortinas con ribetes y puntillas... Una decoración mas bien barroca que recuerda a la Europa de hace algunos siglos.

Para ellos, y aunque no lo parezca, el host club no es un chollo. Para entrar a formar parte de la plantilla regular del club, los chicos han de someterse a un aprendizaje mas que severo. Como principiantes, de ellos se espera que limpien los lavabos, tiren la basura, hagan los recados y cualquier otr menester que los veteranos consideren indigno de su rango. Para llegar a estar entre los mejores, han de tener no solo el palmito, sino tambien carisma y el encanto para atraer a los bolsillos mas abultados.

Por supuesto, no son ellas las únicas aduladas en el host club: a los chicos tampoco les sobran motivos para hacer crecer su ego.